jueves, 5 de abril de 2012

2. BIOGRAFÍA SECRETA

BIOGRAFÍA SECRETA


En 1795, Simón Rodríguez abandonó Venezuela, Según Amunátegui, Rodríguez pasó un tiempo en Jamaica, dedicado al aprendizaje del idioma inglés, y allí se hace llamar Samuel Robinson.
Entre 1797 y 1800 vive en Baltimore, Estados Unidos, donde trabaja como cajista de imprenta. Años más tarde, utilizará los conocimientos adquiridos en este oficio, para componer personalmente los moldes de imprenta de sus obras y dar así claridad y exactitud al contenido de los textos. En 1800 Rodríguez llega a Bayona, en Francia, y se registra bajo el nombre de Samuel Robinson.
Trabaja algunos días en casa de un impresor, y luego ayuda en sus ocupaciones a un maestro de escuela llamado Destandau, en cuya casa perfecciona sus conocimientos de francés. Al poco tiempo, imparte clases de español e inglés. Llegará a tener un número de alumnos considerable, que quedarán muy satisfechos de sus lecciones.  En 1801, conoce a Fray Servando Teresa de Mier, el sacerdote mexicano revolucionario y más tarde ese mismo año, se traslada a París, donde se reúne con Mier y le convence para que juntos abran una escuela de lengua española. El aprendizaje de la lengua estaba de moda debido a la cesión que España había hecho a Francia de Haití y Luisiana. Para acreditar sus conocimientos Rodríguez traduce al castellano la novela “Atala de Chateaubriand”, a partir de la tercera edición la traducción lleva la siguiente dedicatoria: “A la juventud de Bayona, en Francia. Un viajero extranjero, a quien habéis acogido con tanta bondad, os dedica Atala, traducida a una lengua que os es familiar”.  La escuela de ambos americanos llega a tener pocos discípulos, y es probable que al poco tiempo cerrara. Según la portada de la traducción de Atalade,
En 1804 Simón Bolívar, su antiguo discípulo y viudo desde el año anterior, llega a París procedente de Madrid en compañía de Fernando Toro. Se aloja en la rue Viviente, y frecuenta la compañía de Rodríguez, Carlos Montúfar, Vicente Rocafuerte, Martín Vilimil, Mariano de Tristán, Teresa de Tristán, Alejandro Dehollain-Arnoux, Fanny Trobriand du Villars, Alejandro de Humboldt. Durante este tiempo, Bolívar pertenece durante a una logia masónica de París, y habitaba con su antiguo maestro en la pensión de los Pilloris, en la rue de La Loi, número  
Ese año es Napoleón es coronado emperador por el Papa Pío VII en París, y a pesar del mito en lo contrario, parece ser que Bolívar y Rodríguez permanecieron todo el día en su habitación, descontentos con la creciente tendencia autoritaria de su política. Así lo señalan los testimonios, independientes entre sí, del norteamericano Hiran Paliding  y Manuel Uribe Angel, basados en el relato oral de Bolívar y Rodríguez, respectivamente.
En la catedral de Milán, Napoleón es coronado rey de Italia por el Papa Pío VII. Bolívar y Rodríguez se detienen en la ciudad un tiempo y luego presencian la revista militar que preside el emperador en Montechiaro Pasan por Venecia, y luego por Ferrara, Bolonia, Florencia y Perusa, y de ahí se dirigen a Roma, donde permanecen una temporada. En Roma, Rodríguez y Bolívar ascienden al Monte Sacro, donde éste jura luchar por la libertad de América el 15 de julio.
Probablemente a comienzos de 1823 regresa a América. Llega a Cartagena, y de allí se dirige a Bogotá. María Ronco, la esposa de Rodríguez, le escribe a Bolívar, el 23 de agosto agradeciéndole una ayuda monetaria.
Bolívar se halla en Perú en ese momento dirigiendo las últimas campañas de la guerra de independencia. Desde allí, le escribe el 9 de diciembre a Francisco de Paula Santander, en Bogotá, lo siguiente: "He sabido que ha llegado de París un amigo mío, don Simón Rodríguez; si es verdad haga usted por él cuanto merece un sabio y un amigo mío que adoro. Es un filósofo consumado y un patriota sin igual; es el Sócrates de Caracas, aunque en pleito con su mujer, como el otro con Jantipa, para que no le falte nada socrático.Si puede, que me venga a ver" Santander responde a Bolívar "A don Simón Rodríguez le he manifestado el aprecio de usted y sus recomendaciones."
El 19 de enero 1824 Bolívar le escribe el a Rodríguez desde Pativilca, en Perú: “!Oh mi maestro! ¡Oh mi amigo! Oh mi Robinson, usted en Colombia! Usted en Bogotá y nada me ha dicho, nada me ha escrito. Nadie más que yo sabe lo que usted quiere a nuestra adorada Colombia. Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. No puede usted figurarse cuán hondamente se han grabado en mi corazón las lecciones que usted me ha dado; no he podido jamás borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que usted me ha regalado, ya que no pudo yo volar hacia usted, hágalo usted hacia mí.") Rodríguez, está en Bogotá, intentando montar una "Casa de industria pública", donde se enseñe a los jóvenes un oficio mecánico, además de los conocimientos elementales, como escribir, contar, gramática, etc. Gracias a sus esfuerzos, le conceden el edificio llamado Hospicio, donde hace algunas reparaciones y da clases a algunos muchachos. Necesita de dos a tres mil pesos, que espera recuperar más tarde con el producto del trabajo de los propios estudiantes. Miguel Peña, que en esta fecha escribe a Bolívar recomendándole el proyecto, dice: “Él goza de buena salud, tiene robustez y una actividad superior a sus años.”
La empresa fracasará al poco tiempo por falta de apoyo económico. Rodríguez dirá: "Santander y Umaña me comprometieron con la gente de ruana y mostrador, y porque lo evité me dijeron que yo lo había echado todo a perder." Bolívar le escribe a Santander el 6 de mayo: "A don Simón Rodríguez dele usted dinero de mi parte, que yo lo pago todo, para que me venga a ver. Yo amo a ese hombre con locura. Fue mi maestro; mi compañero de viajes, y es un genio, un portento de gracia y talento para el que lo sabe descubrir y apreciar con él podría yo escribir las memorias de mi vida. El es un maestro que enseña divirtiendo, y es un amanuense que da preceptos a su dictante. El es todo para mí. Cuando yo le conocí valía infinito. Mucho debe de haber cambiado para que yo me engañe." Santander le presta 200 pesos a Rodríguez en Bogotá, y Miguel Peña 1.000, para que viaje adonde esté Bolívar.
Rodríguez, quien se encuentra en Cartagena, es nombrado el 10 de junio Comisario de Guerra de un contingente de 1.700 hombres, como medio para que se traslade al Ecuador y se reúna luego con Bolívar. A los pocos días, la expedición parte por mar hacia Guayaquil, vía Panamá, llega a Lima, donde es recibido por Bolívar. O'Leary narra así el reencuentro: “Yo vi al humilde pedagogo desmontarse a la puerta del palacio dictatorial, y en vez del brusco rechazo, que acaso temía del centinela, halló la afectuosa recepción del amigo, con el respeto debido a sus canas y a su antigua amistad. Bolívar le abrazó con filial cariño y le trató con una amabilidad que revelaba la bondad de un corazón que la prosperidad no había logrado corromper.”
Tras la recibida, el 10 de abril Bolívar, su Estado Mayor y Simón Rodríguez, se dirigen hacia las provincias del Sur del Perú, con el fin de consolidar la nueva administración política, organizar la educación, el reparto de tierras entre los indios.
Bolívar y su comitiva llegan a Arequipa el 14 de mayo y allí el Libertador "fundó escuelas públicas para niños de ambos sexos, y atendió personalmente a la organización de estos planteles, bajo la dirección de don Simón Rodríguez, y, a pesar de la escasez de las rentas, halló el modo de dotarlos.
En Cuzco Bolívar empleó unos decretos que favorecen la situación de los indios, funda dos colegios, un hospicio para huérfanos y expósitos, y una casa para ancianos y desvalidos, y asigna al mantenimiento de éstos una buena parte de las rentas eclesiásticas. El 26 junio, sale de la ciudad con destino a Puno y estando en camino, le llega la noticia de que la Asamblea de Representantes reunida en Chuquisaca el 6 de agosto, ha declarado la independencia del Alto Perú y su constitución en un nuevo Estado, con el nombre de Bolivia y capital en Chuquisaca.
El 9 de noviembre se aprueba un plan de educación presentado por Rodríguez, mediante el cual, se dice, se procurarán al Estado "grandes ventajas, instruyendo a la juventud en las primeras letras, aritmética, álgebra, geometría, dibujo, ejercicios militares y oficios mecánicos. Es nombrado para los cargos de "Director General de Minas, Agricultura y Caminos Públicos", y "Director General de Enseñanza Pública, de Ciencias Físicas, Matemáticas y de Artes" de Bolivia el 12 de noviembre, y cada cargo está dotado con el sueldo de tres mil pesos anuales. El 18 de noviembre se somete a examen de Rodríguez un proyecto de reglamento para el régimen y conservación de la biblioteca pública de Chuquisaca.
Una nota de Rodríguez al Secretario de Bolívar, parece indicar que había tensiones de poderes. Dice así el 20 de noviembre: "Me felicito ya de tener en lo sucesivo con quien consultar mis dudas para el mejor desempeño de mi comisión". En Chuquisaca el 11 de diciembre, Bolívar expide varios decretos tal vez inspirados por Rodríguez, en los que se da prioridad a la educación entre los fines del gobierno; se señalan las atribuciones y rentas inherentes al cargo de director general de enseñanza pública; se dotan y amplían las cátedras en los seminarios ya existentes; se fundan colegios en cada departamento, y escuelas primarias en las capitales de provincia; se recogen los niños desamparados. Años más tarde, escribirá Rodríguez: " informándoles que Bolívar expidió un decreto para que se recogiesen los niños pobres de ambos sexos, los niños se habían de recoger en casas cómodas y aseadas, con piezas destinadas a talleres, y éstos surtidos de instrumentos, y dirigidos por buenos maestros". Las reformas comprenden asimismo aspectos económicos. Añade Rodríguez: "A mi propuesta se creó un fondo de 15 millones de pesos con sus créditos al 5 por ciento (750.000 pesos anuales) para empezar la magna obra de la Libertad Civil.”
Rodríguez funda la "Escuela Modelo de Chuquisaca" el 26 de enero y otras semejantes debían crearse en cada departamento del país. Sobre la escuela dirá: "En menos de 4 meses reunió la casa de Chuquisaca más de 200 niños, cerca de 50 pobres, y 20 jóvenes de diferentes partes que aprendían para propagar la instrucción en otras ciudades. A la salida del Director (Rodríguez) para Cochabamba, dejó una lista de cerca de 700 niños pretendientes a los primeros lugares que se diesen".
El proyecto completo abarca, además, la instrucción de mujeres, la dotación de empleos para los padres de los niños recogidos, el cultivo de las tierras baldías, la atención preferente a la población indígena, etc.
Según el testimonio de A. Uribe, Rodríguez se expresó así: "Mi gran proyecto por entonces consistía en poner en práctica un plan bastante meditado que estriba en colonizar la América con sus propios habitantes, para evitar lo que temo acontezca un día; es decir, que la invasión repentina de inmigrantes europeos más inteligentes que nuestro pueblo actual, venga a avasallarlo de nuevo y a tiranizarlo de un modo más cruel que el del antiguo sistema español. Yo quería rehabilitar la raza indígena y evitar su extinción completa.”
Simón Rodríguez se dirige a Cochabamba por orden de Sucre, para crear allí una escuela semejante a la instalada en Chuquisaca. Durante su ausencia, Sucre ordena clausurar este último establecimiento. Rodríguez dirá: "Los clérigos y los abogados viejos se apoderaron de Sucre, le hicieron echar a la calle más de dos mil niños que yo tenía matriculados y cerca de mil recogidos."
Debido a esto, Simón Rodríguez renuncia hacia el mes de junio o comienzos de julio a los cargos que ocupaba y solicita su pasaporte. Explicará así su conducta: "Todo lo soporté; pero no pude sufrir la desaprobación del Gobierno, y mucho menos el que me reprendiesen en público. Yo me había ofrecido a concurrir con mis conocimientos y con mi persona a la creación de un Estado, no a someterme a formulillas, providencillas ni decretillos.”
Por su parte, el general y presidente de Bolivia, Antonio Jose de Sucre, expresa en sus cartas a Bolívar numerosas críticas a la gestión de Rodríguez. Entre otras cosas, dice: Considero a don Samuel un hombre muy instruido, benéfico cual nadie, desinteresado hasta lo sumo y bueno por carácter y por sistema; pero lo considero también con una cabeza alborotada, con ideas extravagantes y con incapacidad para desempeñar el puesto que tiene.”
En su primera carta a Bolívar tras su renuncia el 15 de julio de 1826, Rodríguez le escribe desde Chuquisaca: "quiero dejarlo en libertad para que piense lo que le parezca sobre la renuncia que he hecho del encargo que me hizo. Las explicaciones tienen siempre el aire de chisme, sobre todo cuando se hacen de lejos  sáqueme usted de aquí, enviándome con qué irme: lo que había guardado para mí, lo he gastado con los muchachos".
Rodríguez nunca recibió respuesta de Bolívar y años más tarde dirá: "el señor Luna Pizarro, entonces político, ahora Arzobispo en Lima, y siempre enemigo del zambo Don Simón, me interceptaba las cartas que Bolívar me enviaba, por mano del señor General Intendente de Guayaquil, en aquel tiempo".
Los chismes acerca de la supuesta locura e inmoralidad de Rodríguez tenían probablemente un trasfondo político. Rodríguez escribirá más tarde: "No se niega que algunos habrían perdido en la mudanza. Los burros, los bueyes, las ovejas, y las gallinas pertenecerían a sus dueños, los caballeros de las ciudades no encargarían indiecitos a los curas, y como no vendrían, los arrieros no los venderían en el camino... lo demás lo saben los hacendados." Desde Chuquisaca, Rodríguez le escribe al general Bartolomé Salom, a Lima, lo siguiente el 4 de septiembre: "No tengo un cuarto y estoy viviendo de prestado; comprometido con una Casa, con un asistente y otras cosillas que no me permiten moverme sin pagar".
El 30 de septiembre de 1827, le escribe a Bolívar desde Oruro, reiterándole su amistad y explicándole las razones del fracaso del proyecto educativo en Bolivia. Informa que ha contraído deudas por valor de 3.200 pesos, con el fin de mantenerse y satisfacer los compromisos adquiridos durante el ejercicio de su cargo. Ha rechazado una oferta de trabajo en México y dos en Perú, estas últimas debido a la tendencia antibolivariana del gobierno. Añade: "Sucre y otros me han dicho muchas veces que reclame el sueldo por el tiempo que serví; y yo les he respondido que usted no me había traído consigo para darme títulos ni rentas, no he querido tomar ni un real si usted me envía con qué pagar y viajar me iré; si no, me pondrán preso, me soltarán para que trabaje y pague, y la suerte hará el resto.
Su suerte cambiara hacia septiembre de 1828, cuando tras llegar a Arequipa y establecer una modestísima fábrica de velas, a los pocos días se le presenta un grupo de padres de familia que solicitan que instruya a sus hijos. Tras conseguir la necesaria licencia, Rodríguez abre una escuela.
En esta ciudad, publicará ese año su primera obra, titulada “Sociedades Americanas en 1828, cómo serán y cómo podrán ser en los siglos venideros”. En realidad, se trata del plan general de una obra homónima en preparación, y por eso lleva el subtítulo de “Pródromo”. Contiene una defensa del derecho de cada persona a recibir educación, señala la importancia de ésta para el desarrollo político y social de los nuevos estados latinoamericanos. Sobre ella dirá Rodríguez: "Desde el año 23 empecé a proponer verbalmente, medios de aprovechar de las lecciones que dan los trastornos políticos para evitarlos en lo futuro.  Temiendo que otro se apareciese primero en público, hice imprimir el Pródomo de mi obra el año 28.”  La primera parte de esta edición fue reimpresa en El Mercurio Peruanoal año siguiente, y continuada en El Mercurio de Valparaíso, en noviembre y diciembre de 1829. Como el resto de sus obras, ésta tendrá una escasísima acogida.
Hacia febrero o marzo de 1831 Simón Rodríguez llega a Lima.  Alli publica, un folleto que contiene el plan general de la obra Sociedades Americanas en 1828, cuyo "Pródromo" había aparecido en Arequipa en 1828. Dicho opúsculo tiene por objeto ayudar a recaudar suscripciones para editar la obra completa por entregas. Sin embargo, no se reunirán suficientes colaboraciones y la obra quedará inédita en su mayor parte.
En 1832 en medio de gran pobreza, vive en Lima, donde enseña a un grupo de 6 niños. El 10 de marzo le escribe a Francisco de Paula Otero: "Usted sabe que yo no he abierto (una escuela) no porque me disguste enseñar, sino de miedo a los buenos cristianos". Reside un tiempo en la población de Huacho, y un doctor -Pedro José Flores-le ofrece la dirección de los trabajos del acueducto de Ayacucho, pero rechaza la oferta, en favor de una invitación para enseñar que le ha sido propuesta desde Concepción, en Chile, donde llega tras una travesía por mar hasta Valparaíso el 13 de marzo. Ha sido invitado por el intendente de la ciudad, José Antonio Alemparte, para que lleve adelante "el mejor plan posible de educación científica", en el "Instituto Literario de Concepción."
Es nombrado "preceptor de la instrucción primaria y director de los ramos literarios" en el Instituto de Concepción el 6 de abril, con el sueldo de mil pesos anuales. Allí mejorará el mobiliario escolar e introducirá material didáctico semejante al empleado en las escuelas europeas. Un alumno de la época dice de Rodríguez lo siguiente: "Su idea fija era la propagación de las luces y virtudes sociales. Creía imposible entrar en reformas sociales sin incomunicar una nueva generación, de las sociedades corrompidas y corruptoras. Y José Victorino Lastarria escribe: "Se decía que en su escuela de Concepción y en la que tuvo después en Valparaíso, enseñaba, juntamente con los rudimentos de instrucción primaria, la fabricación de ladrillos, de adobes, de velas, y otras obras de economía doméstica; pero que la educación que impartía estaba muy lejos de conformarse a las creencias, usos, moralidad y urbanidad de la sociedad en que ejercía su magisterio. Además de dedicarse a la enseñanza, Rodríguez era miembro de una "Junta Provincial de Estudio", encargada de informar del estado de la educación en la zona y proponer las mejoras convenientes. Cesa en su cargo de Director General de los ramos literarios del Instituto de Concepción, pero continúa al frente de la escuela primaria, sin modificársele la asignación, y así a lo largo de todo el año siguiente.
En 1834, bajo el patrocinio de Alemparte, publica en la imprenta del instituto la obra “Luces y Virtudes Sociales”. Contiene un prólogo, que denomina "Galeato", en el que replica a las impugnaciones formuladas contra el "Pródromo"; el plan general de Sociedades Americanas en 1828 ya publicado en Lima en 1831; y la introducción a la cuarta parte de esta obra, que trata de los "medios y métodos de la reforma" educacional.
Un terremoto asola la ciudad de Concepción en 1835, y la escuela donde da clases Rodríguez queda completamente destruida. A pesar de ello, continuará dando lecciones en su domicilio, a un grupo de jóvenes. Es nombrado miembro de una comisión encargada de informar sobre los daños causados por el terremoto el 20 de marzo y el informe es presentado el 13 de agosto y lo firman Rodríguez, Ambrosio Lozier y Juan José Arteaga.
En 1844 se reúne en Latacunga con un grupo de vecinos para formar una renta con las cuotas mensuales suscritas por los ciudadanos interesados "con el fin de detener en esta villa al señor Simón Rodríguez y encargarle la enseñanza de la Agricultura y otros ramos." Y el 1 de febrero comienza a impartir clases en el Colegio Vicente León, cuyo rector es el clérigo Rafael María Vásquez, un protector suyo. Por esta época propone que el colegio invierta sus fondos en fincas rurales. Es probable que a los dos meses interrumpiera sus lecciones, pues para entonces se informa que, habiendo fracasado la suscripción de los vecinos de Latacunga, la Junta se ha visto obligada a abonarle de fondos propios el sueldo. Vásquez, Juan José Flores e Isidoro Barriga contribuyeron probablemente a aumentar la modesta dotación de la Junta. Según Monge, Rodríguez fundó luego una pequeña fábrica de pólvora, y escribió un tratado sobre el tema, en el que también se refería a la educación.
El 28 de febrero Simón Rodríguez muere en Amotape, poco después de las once de la noche, y es sepultado el 1 de marzo. El acta de defunción, dice así: "Año del Señor de mil ochocientos cincuenta y cuatro, a primero de marzo, yo don Santiago Sánchez, presbítero, cura propio de la parroquia de San Nicolás de Amotape: en su santa iglesia di sepultura eclesiástica al cuerpo difunto de don Simón Rodríguez, casta de español, como de edad de noventa años al parecer, el que se confesó en su entero conocimiento y dijo, fue casado dos veces y que era hijo de Caracas, y la última mujer finada se llamó Manuela Gómez, hija de Bolivia, y que sólo dejaba un hijo que se llama José Rodríguez; éste recibió todos los santos sacramentos y se enterró de mayor, para que conste firmo. Santiago Sánchez.
Los dos cajones de papeles y libros que llevaba consigo Rodríguez en el momento de fallecer, quedaron, según se cree, en Guayaquil. Parece ser que la mayor parte de los manuscritos habían sido recogidos y ordenados por Alcides Destruge, y se perdieron en el incendio ocurrido en dicha ciudad entre el 5 y el 7 de octubre de 1896.

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